
Perdida en mis pensamientos estaba, cuando un silbido me trajo de nuevo al bote. Era monótono. Por momentos buido y por otros, con más aire que melodía.
Y allí estaba él, practicament a mi lado, apoyándose a una pared, sentado sobre su bicicleta y con la llanta trasera aplastada al piso, mientras el bote nos cruzaba del centro al norte de Ámsterdam.