
Sus ojos me hechizaron. No podía negarme a bailar con él. Como yo nadie baila, toma mi mano, te enseñaré los pasos para que me sigas, alardeó orgulloso. Una sonrisa contrajo mis mejillas. Me sentí tan ligera con él. Bailé feliz y me dejé llevar por su ritmo, tan coqueto, tan audaz, tan dulce.
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