
(publicado primero en el blog Liberemos las palabras)
Exhausto, se desplomó sobre su cuerpo sudoroso y hundió la cara entre los cabellos arremolinados de Marina. Jadeaba. Por unos segundos, Víctor se perdió en el aroma de jazmín y madera que, al mezclarse con el olor natural de ella, lo seducía y provocaba a la vez. Marina lo rodeó con sus piernas y sus brazos y lo mantuvo dentro de ella hasta que la blandura se apoderó de él. Cerró los ojos y sonrió, estaba contenta, Víctor sabía muy bien como complacerla.
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